sábado, 9 de agosto de 2008

El manual del guerrero de la luz

El guerrero de la luz lo sabe: todo el mundo tiene miedo de todo el mundo.

Este miedo generalmente se manifiesta de dos maneras: a través de la agresividad o a través de la sumisión. Son aspectos del mismo problema.

Por eso, cuando está delante de alguien que le inspira temor, el guerrero se acuerda de que el otro tiene las mismas inseguridades que él, pasó por obstáculos parecidos, vivió los mismos problemas.

Pero está sabiendo manejar mejor la situación. ¿Por qué? Porque él utiliza el miedo como motor, y no como un freno.

Entonces el guerrero aprende del adversario, y actúa de la misma forma.

Para el guerrero, no existe amor imposible.

Él no se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia o por el rechazo. Sabe que, tras la máscara de hielo que usan las personas, existe un corazón de fuego.

Por eso el guerrero arriesga más que los otros. Busca incesantemente el amor de alguien, aun cuando esto signifique escuchar muchas veces la palabra “no”, regresar a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma.

Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada.

El guerrero de la luz conoce el silencio que anticipa el combate importante.

Y ese silencio parece decir: “Todo se ha detenido. Es mejor olvidarse de la lucha y divertirse un poco”. Los combatientes sin experiencia dejan sus armas en ese momento, y se quejan del tedio.

El guerrero está atento al silencio; en algún lugar, algo está sucediendo. Él sabe que los terremotos destructores llegan sin previo aviso. Ya caminó por selvas durante la noche; cuando los animales no hacen ningún ruido, es que el peligro está próximo.

Mientras los otros conversan, el guerrero se adiestra en el manejo de la espada, y vigila el horizonte.

El guerrero de la luz ha aprendido que es mejor seguir la luz.

Él ya traicionó, mintió, se desvió de su camino, cortejó a las tinieblas. Y todo continuó saliendo bien, como si no hubiera pasado nada.

Sin embargo, un abismo llega de repente; se pueden dar mil pasos seguros, y un paso de más acaba con todo. Entonces el guerrero se detiene antes de destruirse a sí mismo.

Al tomar esta decisión, escucha cuatro comentarios: “Tu conducta siempre ha sido equivocada. Ya eres demasiado mayor para cambiar. Tú no eres bueno. Tú no mereces nada”.

Él eleva sus ojos al cielo. Y una voz le dice: “Querido amigo, todo el mundo ha hecho en su vida cosas equivocadas. Estás perdonado, pero no puedo forzar ese perdón. Decídete”.

El verdadero guerrero de la luz acepta el perdón.

El guerrero de la luz es confiable.

Comete algunos errores, a veces se juzga más importante de lo que realmente es. Pero no miente.

Cuando se reune alrededor de la hoguera, conversa con sus compañeros y compañeras. Sabe que sus palabras quedan guardadas en al memoria del Universo, como un atestado de lo que piensa.

Y el guerrero reflexiona: “¿Por qué hablaré tanto, si muchas veces no soy capaz de hacer todo lo que digo?”

El corazón responde: “Cuando tú defiendes públicamente tus ideas, debes esforzarte para vivir de acuerdo con ellas”.

Y porque piensa que él es lo que habla, el guerrero acaba transformándose en lo que dice.

El guerrero sabe que un ángel y un demonio se disputan la mano que sostiene la espada.

Dice el demonio: “Vas a flaquear. No sabrás cuál es el momento exacto. Tienes miedo”. Dice el ángel: “Vas a flaquear. No sabrás cuál es el momento exacto. Tienes miedo”.

El guerrero se sorprende. Ambos le han dicho lo mismo.

Entonces el demonio continúa: “Deja, que yo te ayudo”. Y el ángel: “Yo te ayudo”.

En ese momento, el guerrero percibe la diferencia. Las palabras son las mismas, pero los aliados son diferentes.

Entonces él escoge la mano de su ángel.

El guerrero de la luz, sin querer, da un paso en falso y se hunde en el abismo.

Los fantasmas lo asustan, la soledad lo atormenta. Como había buscado el Buen Combate, no pensaba que esto pudiera sucederle nunca a él; pero sucedió. Rodeando de oscuridad, se comunica con su maestro.

- Maestro, caí en el abismo - dice -. Las aguas son hondas y oscuras.

- Recuerda esto - responde el Maestro -: lo que ahoga a alguien no es la inmersión, sino el hecho de permanecer bajo el agua.

Y el guerrero usa sus fuerzas para salir de la situación en la que se encuentra.

El guerrero de la luz se comporta como una criatura.

Las personas se escandalizan: se ha olvidado de que una criatura necesita divertirse, jugar, ser un poco irreverente, hacer preguntas inconvenientes e inmaduras, decir tonterías en las que ni siquiera ella misma cree.

Y preguntan horrorizadas: “¿Es eso el camino espiritual? ¡Él no tiene madurez!”

El guerrero se enorgullece del comentario. Y mantiene su contacto con Dios, a través de su inocencia y alegría, sin perder de vista su misión.

La raíz latina de la palabra “responsabilidad” desvela su significado: capacidad de responder, de reaccionar.

Un guerrero responsable ha sido capaz de observar y de entrenarse. Incluso a sido capaz de ser “irresponsable”. A veces se dejó llevar por una situación, y ni respondió ni reaccionó.

Pero aprendió las lecciones; tomó una actitud, oyó un consejo, tuvo la humildad de aceptar ayuda.

Un guerrero responsable no es el que coloca sobre sus hombros el peso del mundo, sino aquel que aprendió a luchar contra los desafíos del momento.

Un guerrero de al luz siempre puede elegir su campo de batalla.

A veces se ve sorprendido por combates que no deseaba; pero no sirve de nada huir, porque estos combates lo seguirán.

Entonces, en el momento en que el conflicto es casi inevitable, el guerrero habla con su adversario. Sin demostrar miedo ni cobardía, procura saber por qué el otro quiere luchar; qué es lo que le hizo salir de su aldea y buscarlo para un duelo. Sin desenvainar la espada, el guerrero lo convence de que aquel combate no es el suyo.

Un guerrero de la luz escucha lo que su adversario tenga que decirle. Sólo lucha si es necesario.

Al guerrero de la luz le horrorizan las decisiones importantes.

“Esto es demasiado para ti”, dice un amigo. “¡Adelante, sé valiente!” Le dice otro. Y sus dudas aumentan.

Después de algunos días de angustia, él se retira a un rincón de su tienda, en donde acostumbra a sentarse para meditar y orar. Se ve a sí mismo en el futuro. Ve a las personas que serán beneficiadas o perjudicadas por su actitud. No quiere causar sufrimientos inútiles, pero tampoco quiere abandonar el camino.

El guerrero entonces deja que la decisión se manifieste.

Si fuera preciso decir sí, lo dirá con valor. Si es necesario decir no, lo dirá sin cobardía.

Los guerreros de la luz jamás aceptan lo que es inaceptable.

Un guerrero de la luz está siempre vigilante.

Mira a sus costados e identifica a sus amigos. Mira hacia atrás e identifica a sus adversarios. Es implacable con la traición, pero no se venga; se limita a apartar a los enemigos de su vida, sin luchar con ellos más allá del tiempo necesario.

Un guerrero no intenta parecer, él es.

Un guerrero no anda con quien le quiere hacer mal. Ni tampoco es visto en compañía de los que lo quieren “consolar”.

Evita a quienes sólo están a su lado en caso de derrota, estos falsos amigos que quieren probar que la debilidad compensa. Siempre traen malas noticias. Siempre intentan destruir la confianza del guerrero, bajo el manto de la “solidaridad”.

Cuando lo ven herido, se deshacen en lágrimas, pero en el fondo de su corazón están contentos porque el guerrero perdió una batalla. No entienden que esto forma parte del combate.

Los verdaderos compañeros de un guerrero están a su lado en todos los momentos, en las horas difíciles y en las horas fáciles.

El guerrero de la luz tiene la espada en sus manos.

Es él quien decide lo que va a hacer, y lo que no hará bajo ninguna circunstancia.

Hay momentos en que la vida lo conduce hacia una crisis: se ve forzado a separarse de cosas que siempre amó. Entonces el guerrero reflexiona. Analiza si está cumpliendo la voluntad de Dios o si actúa por egoísmo, y en el caso de que la separación esté realmente en su camino, la acepta sin protestar.

Si, por el contrario, tal separación fue provocada por la perversidad ajena, él es implacable en su respuesta.

El guerrero es dueño del golpe y del perdón. Y sabe usar los dos con la misma habilidad.

Un guerrero de la luz está siempre comprometido. Es esclavo de su sueño, y libre en sus pasos.

Los amigos del guerrero de la luz le preguntan de dónde procede su energía. Y él les responde: “Del enemigo oculto”.

Los amigos preguntan quién es.

El guerrero responde: “Alguien a quien no pudimos herir”.

Puede ser un niño que lo venció en una pelea en su infancia, la novia que lo dejó a los once años, el profesor que le llamaba burro. Cuando está cansado, le guerrero se acuerda de que él aún no vio su coraje.

No piensa en venganza, porque el enemigo oculto no forma ya parte de su historia. Piensa solamente en mejorar su habilidad, para que sus hazañas corran por el mundo y lleguen a los oídos de quien lo hirió en el pasado.

Un guerrero de la luz siempre tiene una segunda oportunidad en la vida.

Como todos los demás hombres y mujeres, él no nació sabiendo manejar su espada, y cometió muchas equivocaciones antes de descubrir su Leyenda Personal.

Ningún guerrero puede sentarse en torno a la hoguera y decir a los otros: “Siempre actué correctamente”. Quien afirma esto está mintiendo, y aún no aprendió a conocerse a sí mismo. El verdadero guerrero de la luz ya cometió injusticias en el pasado.

Pero en el transcurso de la jornada, percibe que las personas con quienes actuó injustamente siempre se vuelven a cruzar en su camino.

Es su oportunidad de corregir el mal que les causó. Y él siempre la utiliza, sin vacilar.

Los guerreros de la luz sufren por tonterías, se preocupan por cosas mezquinas, se juzgan incapaces de crecer. Los guerreros de la luz de ven en cuando se consideran indignos de cualquier bendición o milagro.

Los guerreros de la luz con frecuencia se preguntan qué están haciendo aquí. Muchas veces piensan que su vida no tiene sentido.

Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque preguntan. Porque continúan buscando un sentido. Y terminan encontrándolo.

Como buen luchador, el guerrero de la luz conoce su inmensa fuerza, pero jamás lucha con quien no merece el honor del combate.

A veces el guerrero de la luz tiene la impresión de vivir dos vidas al mismo tiempo.

En una de ellas, es obligado a hacer todo lo que no quiere, luchar por ideas en las que no cree. Pero existe otra vida, y él la descubre en sus sueños, lecturas, gente que piensa como él.

El guerrero va permitiendo que sus dos vidas se aproximen. “Hay un puente que uno lo que hago con lo que me gustaría hacer”, piensa. Poco a poco, sus sueños van apoderándose de su rutina, hasta que él percibe que está listo para lo que siempre deseó.

Entonces basta un poco de osadía para que ambas vidas se transformen en una sola.

Existen momentos para actuar y momentos para aceptar. El guerrero sabe hacer la distinción.

El guerrero de la luz contempla la vida con dulzura y firmeza.

Está ante un misterio, cuya respuesta encontrará un día. De vez en cuando se dice a sí mismo: “Pero esta vida parece una locura”.

Tiene razón. Entregado al milagro de lo cotidiano, nota que no siempre es capaz de prever las consecuencias de sus actos. A veces actúa sin saber que está actuando, salva sin saber que está salvando, sufre sin saber por qué está triste.

Sí, esta vida es una locura. Pero la gran sabiduría del guerrero de la luz consiste en elegir bien su locura.

El guerrero de la luz contempla las dos columnas que están al lado de la puerta que quiere abrir.

Una se llama Miedo, la otra se llama Deseo. El guerrero contempla la columna del Miedo y allí está escrito: “Vas a entrar en un mundo desconocido y peligroso, donde todo lo que aprendiste hasta ahora no servirá para nada”.

El guerrero mira la columna del Deseo, y allí está escrito: “Vas a salir de un mundo conocido, donde están guardadas las cosas que siempre quisiste, y por las cuales luchaste tanto”.

El guerrero sonríe, porque no existe nada que lo asuste ni nada que lo retenga. Con la seguridad de quien sabe lo que quiere, él abre la puerta.

El guerrero de la luz conoce el valor de la persistencia y del coraje.

Muchas veces, durante el combate, él recibe golpes que no esperaba. Y comprende que, durante la guerra, el enemigo vencerá algunas batallas. Cuando esto sucede, él llora sus penas y descansa para recuperar un poco las energías. Pero inmediatamente después vuelve a luchar por sus sueños.

Porque cuanto más tiempo permanezca alejado, mayores son las posibilidades de sentirse débil, miedoso, intimidado. Cuando un jinete cae del caballo y no vuelve a montarlo al minuto siguiente, jamás tendrá el valor de hacerlo nuevamente.

Un verdadero guerrero de la luz siempre elige su campo de batalla.

El guerrero de la luz sabe perder.

Él no trata a la derrota como algo indiferente, usando frases tales como “Bien, esto no era tan importante” o “A decir verdad, yo no quería realmente esto”. Acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria.

Amarga el dolor de las heridas, la indiferencia de los amigos, la soledad de la pérdida. En estos momentos se dice a sí mismo: “Luché por algo y no lo conseguí. Perdí mi primera batalla”.

Esta frase le da nuevas fuerzas. Él sabe que nadie gana siempre, y sabe distinguir sus aciertos de sus errores.

Los que prometen y no cumplen, pierden el respeto hacia sí mismos, se avergüenzan de sus actos. La vida de estas personas consiste en huir; ellas gastan mucha más energía dando una serie de disculpas para deshonrar lo que dijeron, que la que usa el guerrero de la luz para mantener sus compromisos.

A veces él también asume una responsabilidad tonta, que derivará en su perjuicio. No volverá a repetir esa actitud, pero, aun así, cumple con honor lo que dijo y paga el precio de su impulsividad.

Un guerrero de la luz comparte con los otros lo que sabe del camino.

Quien ayuda, siempre es ayudado, y tiene que enseñar lo que aprendió. Por eso, él se sienta alrededor de la hoguera y cuenta cómo fue su día de lucha.

Un amigo le susurra: “¿Por qué revelas tan abiertamente tu estrategia? ¿No ves que actuando así corres el riesgo de tener que compartir tus conquistas con otros?”

El guerrero se limita a sonreír, sin responder. Sabe que si llegara al final de la jornada a un paraíso vacío, su lucha no habría valido la pena.

El guerrero de la luz aprendió que Dios usa la soledad para enseñar la convivencia.

Usa la rabia para mostrar el infinito valor de la paz. Usa el tedio para resaltar la importancia de la aventura y del abandono.

Dios usa el silencio para enseñar sobre la responsabilidad de las palabras. Usa el cansancio para que se pueda comprender el valor del despertar. Usa la enfermedad para resaltar la bendición de la salud.

Dios usa el fuego para enseñar sobre el agua. Usa la tierra para que se comprenda el valor del aire. Usa la muerte para mostrar la importancia de la vida.

El guerrero da luz antes de que se la pidan.

Cuando ven esto, algunos compañeros comentan: “Quien necesita algo lo pide”.

Pero el guerrero sabe que existe mucha gente que no consigue – simplemente no consigue – pedir ayuda. A su lado existen personas cuyo corazón está tan frágil que comienzan a vivir amores enfermizos; tienen hambre de afecto, y vergüenza de demostrarlo.

El guerrero las reune alrededor de la hoguera, cuenta historias, reparte su alimento, se embriaga junto con ellas. Al día siguiente, todos se sienten mejor.

Aquellos que miran la miseria con indiferencia son los más miserables.

Un guerrero de la luz no se arrepiente, porque el arrepentimiento mata. Él se humilla e intenta reparar el mal que causó.

“La primera cualidad del camino espiritual es el coraje”, decía Gandhi.

El mundo parece amenazador y peligroso para los cobardes. Éstos buscan la falsa seguridad de una vida sin grandes desafíos, se arman hasta los dientes para defender aquello que creen poseer.

Los cobardes terminan construyendo los barrotes de su propia prisión.

El guerrero de la luz proyecta su pensamiento más allá del horizonte. Sabe que si no hace nada por el mundo, nadie más lo hará.

Entonces, participa en el Buen Combate y ayuda a los otros, incluso sin entender bien por qué lo hace.

El guerrero de la luz lee con atención un texto que el Alma del Mundo envió a Chico Xavier:

“Cuando consigas superar graves problemas de relación, no te detengas en el recuerdo de los momentos difíciles, sino en la alegría de haber atravesado una prueba más en tu vida. Cuando acabes un largo tratamiento de salud, no pienses en el sufrimiento que fue necesario afrontar, sino en la bendición de Dios que permitió tu cura.

“Conserva en tu memoria durante el resto de tus días las cosas buenas que surgieron de las dificultades. Ellas serán una prueba más de tu capacidad, y te infundirán confianza ante cualquier obstáculo”.

Dice el maestro al guerrero, cuando lo ve deprimido:

“Tú no eres lo que aparentas en los momentos de tristeza. Eres mucho más que eso.

“Mientras que muchos partieron (por razones que nunca llegaremos a comprender), tú continúas aquí.

“¿Por qué Dios se llevó a personas tan increíbles y te dejó a ti?

“En ese momento, millones de personas ya desistieron. No se quejan, no lloran, ya no hacen nada; se limitan a dejar pasar el tiempo, porque perdieron su capacidad de reacción.

“Tú, en cambio, estás triste. Esto prueba que tu alma continúa viva”.

El adversario es sabio.

Siempre que puede, hace uso de su arma más fácil y efectiva: la intriga. Cuando la utiliza, no necesita hacer mucho esfuerzo, porque otros están trabajando para él. Con palabras mal dirigidas se pueden destruir meses de dedicación, años en busca de armonía.

Con frecuencia el guerrero de la luz es víctima de esta celada. No sabe de dónde viene el golpe, y no tiene cómo probar que la intriga es falsa. La intriga no permite el derecho de defensa: condena sin juicio previo.

Entonces él aguanta las consecuencias y los castigos inmerecidos, pues la palabra tiene poder, y él lo sabe. Pero sufre en silencio, y jamás usa la misma arma para atacar a su adversario.

Un guerrero sabe que los fines no justifican los medios.
Porque no existen fines; existen solamente medios. La vida lo lleva desde lo desconocido hacia lo desconocido. Cada minuto está revestido de este apasionante misterio: el guerrero no sabe de dónde vino ni hacia dónde va.

Pero no está aquí por casualidad. Y se alegra con la sorpresa, se encanta con los paisajes nuevos. Muchas veces siente miedo, pero esto es normal en un guerrero.

Si sólo piensa en la meta, no conseguirá prestar atención a las señales del camino; si se concentra solamente en una pregunta, perderá varias respuestas que están a su lado.
Por eso el guerrero se entrega.

El guerrero sabe que las palabras más importantes en todas las lenguas son palabras pequeñas.
Sí. Amor. Dios.
Son palabras que salen con facilidad y llenan gigantescos espacios vacíos.

Sin embargo, existe una palabra - también muy pequeña - que mucha gente tiene dificultad en decir: no.
Quien jamás dice “no” se juzga generoso, comprensivo, educado; porque el “no” tiene fama de maldito, egoísta, poco espiritual.

El guerrero no cae en esta trampa. Hay momentos en los que, al decir “sí” a los otros, él puede estar diciendo “no” para sí mismo.
Por eso, jamás dice un sí con los labios si su corazón está diciendo no.

Epílogo

Ya era de noche cuando ella acabó de hablar. Los dos se quedaron mirando a la luna que nacía.

- Muchas cosas de las que me has dicho se contradicen entre sí – dijo él.

Ella se levantó y contestó:

- Adiós. Tú sabías que las campanas del fondo del mar no eran una leyenda; pero sólo fuiste capaz de escucharlas cuando percibiste que el viento, las gaviotas, el rumor de las hojas de palmera, todo aquello formaba parte del tañido de las campanas.

“De la misma manera, el guerrero de la luz sabe que todo lo que lo rodea – sus victorias, sus derrotas, su entusiasmo y su desánimo – forma parte de su Buen Combate. Y sabrá usar la estrategia adecuada en el momento en que la necesite. Un guerrero no procura ser coherente; él aprende a vivir con sus contradicciones.

- ¿Quién eres? – preguntó.

Pero la mujer se alejaba, caminando sobre las olas, en dirección hacia la luna naciente.

http://yogarefugiodepaz.wordpress.com/

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